El ingenio del ser humano ha sido, desde tiempos inmemoriales, nuestra mejor herramienta para enfrentarnos a problemas que hoy día pueden resultarnos banales o de muy fácil solución. ¿Tienes frío? Ponte ropa. ¿Hambre? Cocina algo y problema resuelto. Pero, ¿qué hizo el ser humano cuando se enfrentó a la situación que nos ocupa en este artículo: “cómo subo ahí arriba”?
La primera respuesta de la que tenemos constancia a esta pregunta podemos encontrarla en una de las edificaciones más reconocibles de la historia: el Anfiteatro Flavio, más conocido como el Coliseo Romano. Este elevador, obra del célebre físico e ingeniero Arquímedes, utilizaba un sistema de cuerdas y poleas que permitía transportar mercancías, gladiadores y bestias desde los niveles inferiores del recinto hasta la arena.
Se pueden encontrar atisbos de otros elevadores primitivos durante la Edad Media, como la referencia a un mecanismo elevador similar del escritor andalusí Ibn Khalaf al-Muradi en su tratado El libro de los secretos.
Otro célebre antecesor del elevador moderno se puede encontrar entre las exquisitamente decoradas paredes del Palacio de Versalles. En el siglo XVIII, el bien amado Luis XV ordenó construir un mecanismo elevador, accionado por varias personas mediante cuerdas escondidas en la parte inferior de una chimenea, que conectaba las dependencias reales del primer piso con las habitaciones del segundo piso, donde vivía su amante.
En el siglo XIX comenzaron a aparecer sistemas que están relacionados con el ascensor moderno, pero fue Elisha Otis, un inventor norteamericano, el que revolucionó el mundo de los ascensores con su invento: el primer freno de seguridad, creado para subsanar el problema de inseguridad que generaban en el público los elevadores. En 1857, Otis instaló el primer ascensor de pasajeros en una propiedad privada: una tienda en la famosa Avenida Broadway de Nueva York.
Este sistema de seguridad permitió a ingenieros e inventores continuar trabajando en mejorar el concepto de ascensor, hasta que en 1904, la invención del elevador sin engranajes desbancó a su antecesor y al elevador hidráulico, lo que causó la que históricamente se conoce como la revolución de los rascacielos.
En Ascensores Serki somos herederos de la historia del elevador. Nuestra ambición es la misma que ya movió a Arquímedes, Otis y Baldwin: conseguir ascensores cada vez más eficientes, rápidos y, sobre todo, seguros para el usuario.
¡Muy buen artículo!