Si bien históricamente se han considerado como un lujo, actualmente instalar un ascensor en casa suele estar relacionado con motivos prácticos o de salud. El ejemplo más común de ello es la instalación de un ascensor unifamiliar en la vivienda de una persona de avanzada edad o con movilidad reducida. Según un estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE), los problemas de movilidad son la discapacidad más común en nuestro país, con una tasa de 54 de cada 1000 habitantes en España, lo que convierte a los ascensores domésticos en una excelente opción para afrontar las dificultades que supone una discapacidad de este tipo. 

Pero, ¿qué ha motivado esta revolución en la instalación de ascensores unifamiliares? Hace unos años, la instalación de un ascensor unifamiliar pasaba, irremediablemente, por la instalación de un ascensor convencional: fuera del alcance de la mayoría de bolsillos, innecesario en muchos casos, y con el inconveniente de necesitar una estructura de al menos 15 metros de altura. Ahora, la llegada de nuevos ascensores eléctricos o hidráulicos, con medidas reducidas y montados sobre un sistema de doble raíl, permiten su instalación en espacios mucho menores, así como por un precio más asequible. 

Pero precio y espacio no son las únicas ventajas que ofrecen los ascensores domésticos: son una garantía de libertad de movimiento y autonomía para personas de avanzada edad y/o movilidad reducida; una forma eficiente de transporte entre plantas para tareas como mudanzas o rehabilitaciones; y, por supuesto, un método más cómodo de viajar entre planta y planta. 

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